Entrada original escrita el 12 de agosto del 2010
(y todos los días de mi vida)
(y todos los días de mi vida)
Escrita por Anónimo.
No sabes quién soy. Soy una sombra que se esconde en los recovecos porque sé que no soy adecuado para alguien como tú. Así que sí, me oculto, ¡y desde mi escondite te observo!
¡Ay, si tú misma vieras lo increíblemente perfecta que eres!
Tu maravillosa melena ondea al viento y parece aún más suave y dulce que el algodón, tu melodiosa voz que hace que me sienta en el paraído, ¡la luz que desprenden tus ojos y trazan el camino que sigo! Perfecta, te digo que eres perfecta.
Tan sumamente perfecta que por ti, si fuera necesario, permitiría que tu padre (el que ojalá sea mi suegro algún día) me matase para alejarme de su querida y preciada niña. Por ti, nadaría hasta Europa por el Atlántico y seguramente me congelaría por el camino. Te haría 20 pasteles de chocolate si me lo pidieras, haría el pino con las orejas, cantaría la Macarena (o un balero, si se te antoja más romántico) hasta el amanecer, me bebería toda una botella de whisky sólo para decir tonterías y tambalearme para hacerte reír. ¡Fíjate si te amo, que hasta me atrevería a decirle a mi madre que me casaría contigo! (firmando así mi sentencia de muerte, te lo aseguro).
Sin embargo, sé que no me correspondes. ¡Y por eso sufro, sufro más que un pato al que han atado el pico para que no moleste, más que un pingüino si le obligan a andar con los pies rectos, más que...! Me estoy enrollando.
¡No pasa nada! Tu simple imagen me alivia. Así que seguiré observándote desde las sombras y así seré feliz, mi querida Oliwia Werlëke. Seguiré mirándote desde mi escondrijo, admirándome con cada uno de tus gestos y suspirando cada vez que pestañeas, por si al abrir los ojos me descubres y también me amas. ¡Ay, Oliwia, cuánto te amo!
No te sientas acosada.
Te amo,
XXX
¡Ay, si tú misma vieras lo increíblemente perfecta que eres!
Tu maravillosa melena ondea al viento y parece aún más suave y dulce que el algodón, tu melodiosa voz que hace que me sienta en el paraído, ¡la luz que desprenden tus ojos y trazan el camino que sigo! Perfecta, te digo que eres perfecta.
Tan sumamente perfecta que por ti, si fuera necesario, permitiría que tu padre (el que ojalá sea mi suegro algún día) me matase para alejarme de su querida y preciada niña. Por ti, nadaría hasta Europa por el Atlántico y seguramente me congelaría por el camino. Te haría 20 pasteles de chocolate si me lo pidieras, haría el pino con las orejas, cantaría la Macarena (o un balero, si se te antoja más romántico) hasta el amanecer, me bebería toda una botella de whisky sólo para decir tonterías y tambalearme para hacerte reír. ¡Fíjate si te amo, que hasta me atrevería a decirle a mi madre que me casaría contigo! (firmando así mi sentencia de muerte, te lo aseguro).
Sin embargo, sé que no me correspondes. ¡Y por eso sufro, sufro más que un pato al que han atado el pico para que no moleste, más que un pingüino si le obligan a andar con los pies rectos, más que...! Me estoy enrollando.
¡No pasa nada! Tu simple imagen me alivia. Así que seguiré observándote desde las sombras y así seré feliz, mi querida Oliwia Werlëke. Seguiré mirándote desde mi escondrijo, admirándome con cada uno de tus gestos y suspirando cada vez que pestañeas, por si al abrir los ojos me descubres y también me amas. ¡Ay, Oliwia, cuánto te amo!
No te sientas acosada.
Te amo,
XXX
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